
La vida te da la oportunidad a veces de ser testigos de bodas de ensueño. Bodas frente al mar, en un pequeño puerto, escondido. Ceremonia emotivas que son capaces de emocionar, de hacer sentir, y de conmover a cualquiera. Siempre digo que soy de lágrima fácil, lo acepto, y en esta ocasión, no podía de ser menos. Ya sea con una película, viendo fotos de alguna boda en lugares donde algún día me encantaría disparar, como Islandia, Alemania, Francia, o simplemente con un «hola papá» de Mateo (lo adoro). Tengo que reconocer, que desde que soy papá, he pasado de parecer fuerte, a desmoronarme emocionalmente con cualquier cosa que me toque la fibra sensible. En muchas bodas, no es difícil verme taparme la cara con la cámara. Estas cosas pasan cuando con las parejas, pasas de ser su fotógrafo de bodas a simplemente Yeray. Y cada vez, y por suerte, pasa más a menudo.
La de hoy es una de las bodas que todo fotógrafo querría hacer. El lugar donde se celebró fue el espectacular Hotel Abama en la costa de Tenerife. Considerado el mejor hotel de la isla, abraza el mar en una espectacular playa y un pequeño puerto, lugar que eligieron para la ceremonia.
Para la sesión de posados, que fue antes de la ceremonia, nos desplazamos al Parque Nacional del Teide. Si, es lo que estas pensando, pasamos del nivel del mar a casi 3000 metros y volvimos a bajar en apenas dos horas (aún me pitan los oídos). Alison y Nicolas, a pesar de vivir en Bélgica, son unos enamorados de la isla, y aunque fuimos muy rápido, querían que en sus fotos fueran en este paraje, con vistas al Teide, y a todo el Parque Nacional.
Querían una boda sencilla, con poca familia, pero cargada de detalles y de sentimientos. Una auténtica boda «handmade».
No me enrollo más, les dejo con el post.